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Educar en y para la compasión… ¡En tiempos de guerra!

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Por Juliana Jaramillo Pabón*

Cuando pensé que tema abordaría en este artículo, dije, bueno que más apropiado que hablar de educar en y para la compasión, ahora que en el mundo nuevamente aparecen los anuncios de guerra, de los líderes de potencias, que aparentemente se encuentran ubicados en el narcisismo maligno o patológico, aquel que tanto daño hace a los seres humanos y máxime si quienes lo padecen ostentan el poder y se ubican como dirigentes de potencias mundiales, nada más peligroso que esto, la combinación entre poder y narcisismo maligno.

Comenzaré entonces por dar mi comprensión de la compasión, como esa indispensable emoción humana y política, para ello me voy a basar en las tesis que sostiene una de las filósofas contemporánea mas importante, por sus valiosos aportes en la cultura occidental: Martha C Nussbaum., y específicamente me basaré en dos textos de ella, titulados: Emociones políticas, ¿Por qué el amor es importante para la justicia?, y Paisajes del pensamiento, la inteligencia de las emociones.

En los dos textos, ella define la compasión, como una como una emoción dolorosa orientada hacia el sufrimiento grave de otra criatura o criaturas; una emoción dolorosa ocasionada por la conciencia del infortunio inmerecido de otra persona y hace además una excelente diferenciación con la emoción de la empatía.

Nussbaum nos dice que la empatía es una reconstrucción imaginativa de la experiencia o una representación mental de la situación que está sufriendo el otro, donde queda claro que uno mismo no es el que sufre, y aclara la autora que cuando se trata de acontecimientos donde surge la desgracia, la empatía no es suficiente para sentir compasión, pues nos quedamos con la representación mental de la situación que el otro sufre, pero podemos no experimentar una emoción dolorosa hacia su sufrimiento: hay una comprensión empática pero no necesariamente nos compadecemos del sufrimiento del otro.

Aquí viene mi primera defensa de una educación en y para la compasión, llevamos años escuchando que debemos ser empáticos, popularmente situarnos en los zapatos del otro, pero ese situarse en los zapatos del otro se puede hacer desde esa reconstrucción imaginativa o representación mental, que no garantiza que nos compadezcamos del sufrimiento del otro, por lo tanto, no alcanza educar en la empatía para que aseguremos la compasión, creo que nos hemos quedado cortos; en nuestras prácticas educativas, debemos insertar el tratamiento pedagógico y didáctico de la compasión, entre todos los actores educativos y más en un país donde el conflicto urbano y armado ha hecho su aparición por mas de 60 años, y sigue haciendo presencia en algunas regiones del país con mayor vehemencia.

Ahora que el mundo tiembla ante la posible tercera guerra mundial, por los actos invasivos de Vladimir Putin, pienso que esta deuda de una educación en y para la compasión, tiene que saldarse, no podemos quedarnos con una mera representación mental del sufrimiento del otro (empatía), debemos propiciar en nuestros alumnos, docentes y directivos docentes, la conciencia de la emoción de la compasión, no eduquemos desde la competencia, que es la base de la guerra, eduquemos en y desde la compasión para asegurar generaciones que no permitan el sufrimiento de ninguna criatura, que impidan su propio sufrimiento, el sufrimiento del otro y lo que es mejor, que no gocen con el sufrimiento de cualquier ser vivo, como sucede en las aficiones taurinas, donde se goza con el dolor de un ser indefenso, que nada puede hacer con el poder del humano.

Para educar en y desde la compasión en las prácticas pedagógicas y didácticas, vale la pena destacar que para la autora la compasión requiere de tres pensamientos:

  1. El primero hace referencia a un pensamiento de gravedad, es decir, cuando experimento compasión pienso que esa persona o criatura está experimentando ese sufrimiento por algo importante, no trivial, dice la autora que no experimentamos compasión si un millonario se queja por pagar impuestos, algo que siempre sucede en la cultura colombiana, quienes más evaden son quienes detentar el poder económico, hacia ellos no dirigíamos la emoción de la compasión.
  1. El segundo pensamiento hace referencia a la no culpabilidad, ella expresa que normalmente no sentimos compasión, si pensamos que el problema o la dificultad que el otro atraviesa ha sido escogida por el mismo, o lo que es peor se la ha autoinfligido.
  1. Y el tercer elemento, y que es absolutamente necesario para hablar de compasión, hace referencia a la similitud de posibilidades, cuando experimentamos la compasión solemos pensar que el que sufre se nos parece y tiene posibilidades de una vida muy similar a la nuestra, este elemento es indispensable pues ayuda a eliminar las divisiones sociales, este es sin duda una importante vía de acceso a la compasión: la idea de la similitud de la vulnerabilidad.

Finalmente, y para concluir, quiero destacar los enemigos de la compasión, enunciados por Nussbaum, derivados de la vergüenza, la envidia y el asco: Estas fuerzas hostiles, están emparejadas con el narcisismo que estrecha y reduce la compasión.

Si en la formación del niño hay una demanda excesiva de perfección, esta se emparejará con una vergüenza que paraliza, y le impide crecer hacia acciones amorosas; si la sociedad abraza y estimula la competencia abre una gran puerta para que los individuos envidien la prosperidad de los otros, la envidia se puede entender como una emoción dolorosa que fija su visión en la buena fortuna y ventajas que tienen los otros, comparando de manera desfavorable la propia situación o la situación personal; la envidia es parecida a los celos, pues implican hostilidad hacia un rival, y finalmente el asco está en estrecha relación con la vergüenza, pues las cosas que representan lo húmedo, lo pegajoso, lo hediondo, son percibidas como asquerosas, y se asocian a la mortalidad y a lo vulnerable. El asco hace que nos distanciemos de nuestra propia mortalidad.

En la historia de la humanidad ciertas propiedades atribuibles al asco (humedad, mal olor, corrupción, lo pegajoso o la suciedad), se han traslado o proyectado a grupos humanos sobre los cuales se pretende establecer jerarquía o supremacía, como por ejemplo la propaganda antisemita que presentaba a los judíos como seres repudiables.

Termino diciendo que, en nuestro sistema educativo colombiano, es absolutamente indispensable pensar en educación en y para la compasión, y rescato todos los argumentos expuestos en este escrito, una sociedad que ha matado y que ha privilegiado la muerte violenta, necesita ser educada dentro de lo compasivo y no lo competitivo, estamos en mora….

*Juliana Jaramillo Pabón es PhD. en Educación de la Universidad Autónoma de Madrid/España y su correo, por si alguna persona interesada quisiera contactarla o preguntarle algo sobre su campo de estudio, es: julijp63@gmail.com

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