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Opinión | Por: Juliana Jaramillo Pabón

     En este artículo quiero expresar una de mis más profundas preocupaciones (a manera de reflexión por supuesto), cuando observo los contenidos curriculares, las prácticas educativas, pedagógicas, de enseñanza y evaluación con las que seguimos educando a todos los seres humanos, desde la educación infantil hasta la educación superior, y de manera sorprendente y recordando las prácticas educativas con las que yo fui formada, sigo apreciando que nuestro sistema educativo, insiste en formar dentro de las mal llamadas “certezas”, como si la vida pudiera planearse, pudiera objetivarse de tal manera que lleguemos a reducir y controlar los mas mínimos esbozos de la incertidumbre.

     Voy a exponer unos cuantos argumentos mediante los cuales considero que es altamente perjudicial no considerar lo incierto y la imprevisibilidad dentro de las prácticas educativas:

     Lo primero que quiero considerar y para esto me apoyo en un hermoso texto titulado:  la sabiduría de lo incierto de uno de mis autores preferidos, Joan-Carles Mélich, cuando dice que la incertidumbre remite a términos asociados como formación, transformación y deformación, pues toda formación, es sin duda “incierta”, porque la formación es algo que no puede considerarse acabada, terminada, y tampoco se puede programar y menos amarrarla o articularla a una planificación (palabra que obsesiona al sistema educativo y a muchas instituciones y lo que es peor a muchos docentes)

    La verdadera formación no posee una finalidad  ni un objetivo, porque en su esencia debemos considerarla como “un modo de ser”, las verdaderas transformaciones no pueden ser calculadas, ningún ser humano tiene bajo control las condiciones de su existencia, y aquí introduce el autor la palabra finitud, que ya he debatido en otros artículos: ser finito es formarse una vida, que jamás podrá ser altamente planificada con anterioridad, ser finito, y esa es nuestra condición humana, significa existir en la incertidumbre, en lo incierto, algo que en mis numerosos años de escolaridad, jamás lo sentí, o por lo menos no fue puesto en discusión por ningún actor educativo que conocí, y menos por aquellos que me ayudaron a construirme como ser humano, por el contrario, ahora analizo que las prácticas educativas de las cuales hice parte destacaban de manera explícita o implícita la certeza.   

   El segundo elemento que quiero introducir a propósito de la formación para seguir debatiendo este concepto es que no podemos formarnos solos, el autor nos dice:  somos seres relacionales, necesitamos de los otros, y sobre todo necesitamos “ámbitos de protección”, porque nunca dejaremos de ser los niños que se abrazan al oso de peluche, sino que hemos construido otras herramientas que buscan protegernos de nuestra condición “vulnerable”:  la casa, la ropa, las leyes, mitos, ritos, familia y relaciones educativas.  Todas estas pueden considerarse esferas de protección, que un ser biológicamente poco dotado, necesita para no enfermar y sobre todo para mantenerse en el mundo con salud. 

    Estas esferas al decir del autor jamás podrán eliminar la inquietud, ni la incertidumbre de nuestra existencia, por el contrario, estas también nos problematizan.  Cumplen una doble función:  Protección y problematización.  Nacemos en refugios físicos y también simbólicos, heredamos algunos refugios, pero otros tenemos que construirlos de nuevo.  Se nos recibe como humanos en ámbitos de protección, pero necesitamos en el transcurso de la vida, cambiar algunos para asegurar nuestra supervivencia, la supervivencia del ser finito que somos.  La existencia nos demuestra que aceptamos nuestro mundo, cuando sabemos que no podremos acceder a verdades absolutas o definitivas, que tendremos que vivir en situaciones y en relaciones, y sobre todo estar dispuestos a habitar este mundo de manera temporal, finita y e histórica, y esto denota poseer esa sabiduría de lo incierto.

     Para in concluyendo esta reflexión, y a manera de síntesis quisiera destacar que necesitamos con extrema urgencia ese cambio de paradigma en lo educativo, es decir, movernos en el terreno de lo incierto, de la fragilidad, de la imprevisibilidad y de la provisionalidad, como lo expresa Martha Nussbaum, condiciones que nos caracterizan como humanos, la pandemia que azotó y que azota todavía a nuestro mundo nos mostró la condición de vulnerabilidad que nos caracteriza, la imposibilidad y la incapacidad que tenemos para predecir el futuro, para  adelantarnos siquiera al segundo que viene, por lo tanto no podemos seguir educando en condiciones de certeza, la incertidumbre luego de esta crisis que hemos vivido, ha adquirido una gran centralidad en nuestras vidas, y vino para quedarse, nunca mas seremos los mismos, ni como sociedad ni como individuos.

   Es necesario generar mecanismos para que nuestros estudiantes reflexionen y estructuren soluciones únicas y genuinas a las situaciones cambiantes que les presenta la vida, para que desmitifiquen y resignifiquen las propuestas mágicas que nos han enseñado desde la educación para la certidumbre, necesitamos un estudiante que cree, recree y utilice de manera crítica los conocimientos, que dude de las aparentes verdades que nos venden desde las estructuras sociales, que sepa apreciar la imposibilidad de predecir el futuro sin frustrarse, que reconozca el valor del hoy y las incertezas del mañana, y que cuando construya pequeñas certidumbres, las utilice con la precaución dudando de ellos, así éstas sean un bálsamo para el dolor, el sufrimiento, la soledad y la infelicidad, que también nos constituyen como humanos. 

     Es  urgente, mostrarles a nuestros estudiantes que ser finito y mortal no es una desgracia, que algún día dejaremos de existir y que vinimos a construir una vida desde la imposibilidad de las certezas, esta imposibilidad nos debe llevar a generar riqueza, a no desfallecer cuando vemos que todo lo que creíamos como verdades, seguridad y certezas, se derrumban en un segundo, por el contrario la vida que tiene un final como la nuestra, al ser finitos, es una vida que necesita ser cuidada y valorada, entender que la podemos perder, nos indica que debemos cuidarla, protegerla, no colocarla en riesgo y no desperdiciarla.


Cláusula de conflicto de intereses: Juliana Jaramillo Pabón, no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico/profesional/personal de su perfil.

Perfil: PhD. en educación de la Universidad Autónoma de Madrid/España. Su correo, por si alguna persona interesada quisiera contactarla o preguntarle algo sobre su campo de estudio, es: julijp63@gmail.com

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One thought on “Educar en la incertidumbre …porque la vida es incierta

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