Por Mauricio Muñoz
Yuledizon se la pasa pegado al celular de día y de noche.
—Mirando porno y videos de rap —sospecha Carmenza, su madre.
Ayer ella tuvo la osadía de esconderle el aparato y produjo tal conmoción que el joven escribió en un cuaderno que se quitaría la vida.
El advenimiento del Apocalipsis.
Paso 1: Tener el deseo de ayudar.
Carmenza llega a mi oficina para preguntar por el desempeño académico de su hijo, pues está considerando sacarlo de la universidad.
—¿A hacer qué? —le pregunto.
—A trabajar —dice—. Para que se dé cuenta de que la plata no la cagan los perros.
Recuerdo a mi bisabuela Elisa, que en paz descanse. Ese era su dicho de cabecera.
Pienso que eso es lo que quiere Yuledizon: un perro que cague billetes de cien mil.
Lo primero que viene a la cabeza de Carmenza es que la repentina libertad de su hijo después de los años escolares lo ha expuesto a situaciones (e información) para las que no estaba preparado, y por eso su comportamiento errático. Me enumera los cambios, segura de que hay correlación: «No lo veo estudiar nunca», «Sólo duerme dos o tres horas diarias», «Algo debe estar tomando para mantenerse despierto», «Se puso dos piercing», «Usa sólo ropa bombacha»…
Entiendo que esté preocupada. Busco en el sistema. La foto ya no es la del niño de colegio que ella recuerda. Sólo tiene notas de una materia. Faltan cuatro más. Me imagino que la cosa no pinta bien, pero no puedo opinar.
Paso 2: Estar preparado.
Supongo que para poder dar consejo debo tener un doctorado en comportamiento de adolescentes y haber publicado en una revista de alto impacto un artículo que hable de mi autoridad sobre el tema: algo como «Pensamientos suicidas en jóvenes de clase media Colombiana relacionados con el uso excesivo del celular».
Paso 3: Ser solidario y respetuoso.
En el mundo que nos hemos inventado el asunto funciona así: escucho a Carmenza y al terminar debo decirle que su hijo necesita ayuda profesional sin saber si en realidad es así.
Me salto el paso 4 (Mantener la calma) y voy directo al 5 (Actuar con rapidez y prudencia).
Escribo a la oficina de psicología y me contestan que el tiempo de contacto con el muchacho será de 8 a 20 días, pues están abrumados con solicitudes similares.
Pienso en los que dicen que estamos ante un contagio social.
Me pregunto si habrá un Youtuber que le aconseje a Yuledizon que no se pase al otro toldo; que su familia lo quiere; que suicidarse no arregla nada; que el vacío que deje será más grande de lo que imagina…
Seguro a él sí le cree.
Por Dios.
Carmenza me dice que es católica y que Yuledizon la llama anticuada.
Pienso que fue Chesterton quien dijo que la modernidad se instaura sobre el abandono del cristianismo, y con éste la pérdida de significado de la vida y la muerte.
Pero Chesterton está mandado a recoger.
Y Carmenza.
Y yo.
Eso piensa Yuledizon, hombre moderno de dieciséis años.
Los que saben (seguramente) son Valles-T, Rapza, Cejaz Negraz, Alcolirykoz…
En el curso de «Primer respondiente» que hice a comienzos de año no hay paso 6.
Me enseñaron qué hacer antes de que lleguen los servicios de salud donde hay personas con trauma en un accidente de tránsito o cuando una mujer está dando a luz, pero no me dijeron qué hacer en estos casos.
Tal vez pronto ofrezcan uno llamado «Primer respondiente emocional».
Pienso que ya viene Semana Santa y que no habrá atención en la universidad sino hasta el 10 de abril.
Si Dios lo permite.
«Ser un agnóstico es la mejor y más pura preparación para recibir las alegres Revelaciones de San Juan».
Vuelvo a pensar en Chesterton.
