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AI: Una mirada responsable a la tecnología que definirá el futuro

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AI.

Primero, quisiera dejar claro que estoy lejos de estar en contra del uso de la inteligencia artificial (AI). De hecho, profesionalmente lo vengo usando desde hace varios años y, por supuesto, desde su popularización, Chat GPT, hace parte de mis herramientas cotidianas de trabajo. 

Pero esta columna no está hecha para discutir mi postura personal o profesional. El objetivo es poner en juego una mirada responsable, pero crítica, sobre lo que la inteligencia artificial está cambiando a nivel social. 

Voy a empezar con algunas de las cuestiones que, particularmente, necesitan regulación inmediata.

El uso en las aulas educativas

Cuando mi generación estudiaba la secundaria, Wikipedia e Internet eran el monstruo de los educadores, que rara vez podían diferenciar entre un ensayo auténticamente escrito o uno creado con ayuda de Internet. 

Particularmente, no me preocupa el uso de AI para resolver tareas dejadas por educadores e instituciones que no han podido, aún, modernizarse. Me preocupa mucho más el desuso de la creatividad para resolver problemas, escribir ensayos, dibujar diagramas, y en general, aquellas tareas que incrementan la creatividad de los seres humanos. 

Sin embargo, no podemos motivar a los educandos, esto es, a los niños y niñas, a dejar de lado la tecnología que únicamente puede desarrollar competencias y habilidades. La inteligencia artificial es capaz de desarrollar actividades humanas en segundos, que a nosotros nos llevarían horas y esto no está del todo mal. 

No es posible omitir o condenar la inteligencia artificial en el ámbito educativo, pero sí es posible reducir las horas en el aula a horas enfocadas a la parte creativa. Dejar de lado la teoría y venir al aula a crear, compartir, explorar, discutir y profundizar. Al final de cuentas, lo que un profesor puede pasar dos horas de clases explicando, Chat GPT puede hacerlo en cuestión de segundos. 

Es necesario dejar de lado el deber cumplido de una tarea en casa e intercambiarla por un pensamiento crítico y una extrapolación a la vida real que le permite a los educandos a desarrollar habilidades que la inteligencia artificial no puede reemplazar: aquellas habilidades totalmente humanas.

Medicina con AI aplicada

El ámbito de la ciencia y la medicina con inteligencia artificial aplicada es, probablemente, el más interesante y el que más impacto puede tener en la humanidad.

Desde hace varios años atrás, la inteligencia artificial ha sido implementada para ayudar en el reconocimiento de patógenos, sintomatología, radiografías y otras imágenes. Lo cierto es que, al nivel de machine learning, un software con inteligencia artificial aplicada, puede reconocer y detectar tumores malignos mucho más rápidamente y a volúmenes mayores, que varios especialistas sentados al mismo tiempo en un mismo espacio y lugar. 

No se trata de dejar de lado el lugar del médico y el especialista, sino de complementarlo. Más vidas salvadas, más curas encontradas y un sistema de salud más robusto basado en la inteligencia artificial, puede también ser a largo plazo más eficiente y económico para cualquier Estado.

Sin embargo, hay que tener cuidado con los falsos positivos, posibles cuando se trata del diagnóstico con imágenes elaborado por la inteligencia artificial y, para ello, se necesitará todavía de un especialista, capaz de discernir entre un posible falso positivo y un verdadero positivo. 

La velocidad ganada, a través de la inteligencia artificial aplicada a la medicina, resulta mucho menos escandalosa que cualquier otro uso de AI en otros ámbitos. Pero no hay que dejar de lado la exactitud y la importancia de dar el debido tratamiento, no sólo médico, pero humano, a un paciente. 

Seguridad con Inteligencia Artificial – Potencia o riesgo

Otro de los ámbitos donde la inteligencia artificial viene siendo aplicada desde hace ya varios años son los sistemas de seguridad: reconocimiento facial, reconocimiento biométrico e incluso de voz. 

Los aeropuertos son el lugar más visible para este tipo de tecnología, pero no el único. Hoy en día, es posible hacer una detección visual de cualquier persona que sea grabada en cámaras de seguridad públicas. 

Lo que no pasa sin dejar un desazón. Una especie de recelo y un sentimiento de vigilancia constante. Necesario o no, es discutible, pero en situaciones donde ha sido aplicada ha sido exitosa para la captura de delincuentes.

¿El sacrificio? La privacidad. Una moneda alta de pagar para el 90% de los ciudadanos que no delinquen. 

¿El riesgo? la hipervigilancia y un Estado autoritario que se apropie de sistemas de inteligencia artificial de seguridad para, como comúnmente decimos en Colombia, chuzar a sus ciudadanos. 

Transacciones online más seguras pero hiper vigiladas

En un mundo donde gran parte del dinero se mueve electrónicamente -al menos en los países más desarrollados – las transacciones online y su seguridad son la prioridad número uno de las compañías dedicadas a ello. 

Para ejemplificar, vamos a suponer que un banco usa un sistema de inteligencia artificial que ha entrenado para identificar transacciones anómalas o posibles estafas. El mismo ha sido entrenado con una base de datos de muestras A, anómalas, y muestras B, normales. Tras su entrenamiento ha pasado satisfactoriamente la prueba y reconoce transacciones fraudulentas a cabalidad. 

Si alguien intentase hacer una compra con una tarjeta bancaria de este Banco de una suma que, normalmente, este consumidor no suele gastar y/o en un establecimiento o servicio online que no suele ser frecuentado, el software de inteligencia artificial puede bloquear la transacción instantáneamente o pedir extra verificación por parte del individuo, dueño de la cuenta bancaria. 

¿No suena muy lejos de la realidad, verdad? Son muchas las transacciones que hoy por hoy pasan por sistemas de seguridad estrictos para garantizar que sean voluntarias. Una consecuencia que la gran mayoría de los consumidores agradecemos, pero también una que acarrea un pormenor.

Si quisiéramos buscarle la quinta pata al gato, diríamos que como consumidores estamos supervisados, que no existe algún rasgo de nuestro comportamiento financiero que las instituciones financieras no puedan predecir. Adicionalmente, ocultar transacciones hoy en día no es posible y es necesario tener una justificación por cada dinero entrante que recibimos que superen cierto monto que pueda ser considerado anómalo, para nuestro comportamiento. A menos, claro, que optes por criptomonedas, pero esa es una historia de otro libro. 

Redes sociales, ya lo sabemos todos

Las redes sociales están fundadas en algoritmos basados en machine learning, que son la base para la inteligencia artificial. 

Cuando Facebook fue fundada, se basaba en la idea de interacción voluntaria (darle Me gusta a un post de un amigo, por ejemplo). Hoy por hoy, la interacción no necesita ser directa ni voluntaria.

Por ejemplo, si una persona ve por más de 10 segundos un video o si lo ve por segunda vez, ambos son indicativos para la inteligencia artificial aplicada a las redes sociales, de que ese contenido es altamente gratificante para el usuario. Como el objetivo de las redes sociales es tenernos el mayor tiempo posible de ocio en nuestros teléfonos y dispositivos, es muy probable que veas ese tipo de contenido nuevamente. 

De la misma manera funciona la publicidad que nos es mostrada en redes sociales: el algoritmo aprende qué es lo que más nos gusta, para mostrarnos contenido pagado similar y así fomentar más conversiones o ventas a través de su plataforma y crecer su revenue en publicidad. Entre más refinado este algoritmo, más exacta será la calidad de sus predicciones.

Es un sistema, de hecho, simple que se basa en nuestro comportamiento y predice qué tipo de contenido nos va a gustar más. ¿El peligro? la absorción del tiempo del individuo en una pantalla, porque su comportamiento está tan bien asimilado por el algoritmo detrás de la inteligencia en la que se basa, que resulta irresistible.

Algunos se sienten amenazados al pensar que las redes sociales poseen información sobre nosotros, nuestro comportamiento, gustos, cultura, lugares visitados, amigos, transacciones, imágenes y conversaciones. En efecto, esto puede resultar espeluznante para la mayoría de las personas. Personalmente, pienso que siempre que esta data sea colectada anónimamente y no sea compartida con terceros, es el precio que las personas que usan redes sociales han aceptado pagar y sin el cual, las redes sociales no podrían ser un negocio, como de hecho, lo son. 

Conclusión: La Inteligencia Artificial no es una amenaza, es el recurso más revolucionario del Siglo XXI

Alguna vez leí que el Siglo XXI inició tras la pandemia del COVID y creo que en efecto, históricamente la pandemia le permitió a muchas startups y empresas de tecnología desarrollarse y enfocarse. Tal es el caso de Open AI y sus productos que lograron un estado de excelencia y masividad no logrado hasta entonces. 

Lo cierto es que, como cualquier recurso tecnológico, va traer consecuencias, muchas de ellas que no fueron desarrolladas en este artículo porque son bastante obvias y discutidas, como lo es el reemplazo de varios tipos de trabajos y la modificación de algunos patrones de búsqueda de soluciones, o la dificultad de diferenciar lo que es real de lo que no lo es, especialmente en imágen y video.

A mí particularmente, me preocupa más el impacto en el comportamiento humano y en la sociedad que a futuro estamos construyendo. Pero como cualquier recurso tecnológico, hay que regularlo, catalizar y neutralizarlo para evitar que sea usado para malos fines. La Unión Europea ya se encuentra redactando la primera acta de regulación, por ejemplo, pero los países en desarrollo, probablemente heredarán y adaptarán en vez de innovar, lo que nos deja un poco detrás en la escena tecnológico-política. 

Ah, un pequeño guiño: la imagen de este artículo ha sido generada con Inteligencia Artificial

¿A ti qué te preocupa de la Inteligencia Artificial?

Illia Collazos no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico/profesional/personal de su perfil.”

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