fabricas contaminantes
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Por: Alejandro Tobos

Como si fuese sacado de una auténtica película de ciencia ficción el pasado 7 de abril varios científicos alrededor del mundo realizaron múltiples protestas en contra de la utilización de energías fósiles, alzando su voz para hacer un llamado para frenar el agresivo cambio climático. El grupo de activistas científicos denominado “Rebelión de los científicos”, la semana del 4 al 9 de abril salió a las calles para realizar manifestaciones sociales de desorden público no-violentas en aproximadamente 30 países, con sus grandes pancartas y megáfonos ensombrecieron la incertidumbre inicial para clamar por la atención de los líderes gubernamentales para que hagan frente al calentamiento global, que diversos estudios revelan que se encuentra en una etapa crucial para poder rectificar o acelerar el fatídico desenlace al que nos acercamos con alarmante rapidez.

Sus voces resonaron en las ciudades en puntos claves como bancos y empresas, las cuales en los últimos años han invertido importantes sumas de dinero en el desarrollo de proyectos petrolíferos y de explotación de energías fósiles, los cuales son algunos de los principales generadores de contaminación y gases de efecto invernadero, que provocan el cambio climático y el aumento de la temperatura global del planeta.

Las semanas pasadas alzaron la bandera roja para la humanidad, un ultimátum para ejercer las medidas correspondientes para el cese de la utilización de estas energías. En sus pancartas se podía leer mensajes como “Revolución climática o lo perderemos todo”, “Emergencia ecológica y climática” o “Debemos actuar ahora por el cambio”, entre muchos otros mensajes que advierten de la urgencia de una transformación energética.

Desafortunadamente los gobiernos parecen haber sellado sus oídos a los reclamos de la comunidad científica durante mucho tiempo, ya que estas protestas no son un fenómeno reciente, son un síntoma de un descontento e inconformidad por parte de expertos climáticos que llevan años advirtiendo sobre la apremiante necesidad de tomar medidas para mermar el inminente cambio que se avecina. Los eventos de las anteriores semanas son un nuevo llamado a la acción de una larga carrera que han venido ejerciendo diferentes asociaciones de científicos. Protestas que se asemejan a las realizadas un año antes el 6 de noviembre del 2021 en el marco de las Conferencias de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, que tuvieron lugar en Glasgow desde el 31 de octubre hasta el 12 de noviembre. En este evento hubo un hecho supremamente relevante que quedará marcado en los anaqueles de la historia de la ciencia contemporánea, en donde 21 científicos y expertos climáticos fueron arrestados tras realizar protestas de activismo ecológico luego de haberse encadenado en un importante puente de la ciudad, bloqueando la movilidad durante varias horas.

Por ello dichas protestas se pueden ver como los síntomas reaccionarios de una patológica inactividad política para hacerle frente al cambio climático, lo cual a través de los múltiples estudios y análisis citados por los protestantes muestran el detrimento ecológico que ha provocado las irresponsables prácticas energéticas que ha mantenido la humanidad hasta hoy en día.

Uno de los eventos más divulgados en el marco de las recientes protestas fue el emotivo video que estuvo circulando a través de redes sociales donde podemos ver como un grupo de activistas científicos de Los Ángeles en Estados Unidos se encadenaron a las puertas de uno de los bancos más importantes de la ciudad, el JP Morgan Chase, para luego ser arrestados por las autoridades. En el vídeo se puede evidenciar como el grupo liderado por el climatólogo perteneciente a la NASA, Peter Kalmus, expresó su fuerte descontento ante los gobiernos, ya que los científicos habían estado siendo ignorados por estos, con un fervoroso discurso donde su emoción podía palparse en el tono y la severidad de sus palabras mostró al mundo su preocupación por las condiciones climáticas en las que el planeta se encontraba y más aún, por el desalentador futuro que se nos mostraba si no tomábamos acciones inmediatas para remediarlo. Su emotivo mensaje cruzó el globo rápidamente y la historia del científico viajó de boca en boca.

“Esto tiene que parar. Vamos a perderlo todo. Y no estamos bromeando. No estamos mintiendo. No estamos exagerando”, fueron algunas de las palabras de Peter Kalmus aquel día, mientras una caravana de policías lo rodeaban para unas horas después llevárselo esposado del lugar, una escena digna de un criminal, aunque en aquel lugar los únicos protagonistas fueron varios activistas científicos que desesperados por la proximidad de una catástrofe ecológica mundial clamaban un grito de advertencia por el bien de la humanidad.

El Panel Internacional y el foro de las Naciones Unidas sobre el cambio climático presentaron esa misma semana su tercer informe, en el cual detallan los aspectos más importantes de la situación climática mundial que ha cobrado relevancia a través de los últimos años. El acta oficial lleva el alarmante título de “Es ahora o nunca”, un diciente encabezado que nos deja ver la premura con la que se necesita la intervención asertiva y eficaz por parte de los gobiernos ante esta problemática, la comunidad científica más clara no podía ser.

Las cifras según estimaciones del informe junto con otros estudios que respaldan las fechas especuladas, dictaminan que tenemos máximo hasta el año 2025 para poder reducir sustancialmente el impacto de la contaminación de las energías fósiles que producen gases de efecto invernadero. Una tarea de magnitudes colosales, sin embargo que las circunstancias en las que nos encontramos lo ameritan obligatoriamente. O por el contrario, como lo profesa el informe de las Naciones Unidas, no habrá vuelta atrás en la crisis climática, ya que no habrá nada que podamos hacer después, porque es ahora o nunca.

Alejandro Tobos es escritor, poeta e investigador. Su carrera consta de varias participaciones en revistas y diarios literarios, así como ha sido ganador de distintos certámenes literarios y un libro publicado.

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