0
0
Por: Miguel Solano Jiménez.
• La nave de una empresa de transporte espacial sufre un accidente que obliga a los tripulantes a aterrizar en un planeta desconocido. Los que sobrevivan necesitarán ahora otra buena dosis de fortuna para no sucumbir a este extraño lugar.
• Hasta el parásito más despreciable tiene ganas de vivir
Lo fascinante es el enfoque de la obra y su filosofía. Aunque sea una historia de supervivencia en la que anhelamos, de manera automática, el bienestar de los protagonistas, se nos revela esta pulsión como una trampa de la empatía, pues no hay razón objetiva por la cual una vida humana importe más que la vida de un gusano. Tan hermoso como aterrador.
Cuando el mecanismo clásico para nutrir de tensión un relato es acrecentar la divergencia entre protagonistas y antagónicos, aquí sucede lo contrario: un cambio de perspectiva que ubica a los humanos, ya no como centro, sino como simple componente más de un ecosistema. De este modo, las categorías morales con las que tontamente pretendemos calificar lo natural, devienen estériles.
Para eso era necesario sacarlos de su hábitat, despojarlos de todo su bagaje. Pues si la especie humana domina la tierra es porque tiene lenguaje y cultura; aunado a miles de años de aprendizaje transmitido para poderla doblegar a su capricho. La tragedia sobreviene cuando, debido a esta particular ventaja, el ser humano se atribuye independencia de ella, como si sus pulmones no estuvieran inspirados en las nubes y sus pies modelados en el barro.
Pero, ¿qué sucedería si el ser humano arribara a otros planetas habitables? ¿Cómo podría esa cultura milenaria enfrentarse a un nuevo mundo en el que sus brújulas y sus instintos resultan inútiles, incluso a veces contraproducentes? Uno donde la pirámide trófica está completamente dada vuelta.
La otra tragedia sobreviene cuando el ser humano se atribuye independencia de la humanidad, como si sus conocimientos y herramientas no fueran ya demostración suficiente de una inteligencia colectiva, o como si su llanto y su risa no fueran ellos mismos maneras de comunicarse.
Solo hasta que lo han perdido todo es que entienden que no tenían sino la Vida, la Tierra y al Otro.
85%
Estos análisis de cine también puedes encontrarlo en El Batracio Belicoso.
