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Opinión | Por: Jaime Andrés Navarrete Roa
En Colombia, la cultura general relaciona la política con votar cada cuatro años. Al mismo tiempo, la ciudadanía no cree en las instituciones, poco asume su rol activo de ciudadanos, y hoy parece que a nadie le importa el Concejo de Neiva, recinto de la democracia y corporación que coadministra el municipio.
Chantal Mouffe, filósofa y teórica política, plantea una diferencia entre la política y lo político, entendiendo la primera como aquellos procedimientos e instituciones que consiguen un orden social, mientras lo segundo refiere a un asunto que implica las ideas y la manera de relacionarse entre los distintos sujetos.
En Neiva, ha calado la idea de que la política solo se refiere a votar cada cuatro años, que se eligen unos políticos para que efectúen las grandes transformaciones sociales, pero qué en su mayoría son corruptos y ladrones, y prácticamente que esa institución democrática no sirve para nada. Hay escepticismo y desconfianza por parte de la gente.
Esto ocurre a nivel nacional, pues según el Barómetro Edelman Trust, de los 27 países que mide, Colombia es el cuarto con más desconfianza en su gobierno y el quinto que menos cree en los medios de comunicación. Además, considera que ambas instituciones son menos éticas y competentes. Por otro lado, los líderes menos confiables son los funcionarios públicos, luego están los periodistas, líderes religiosos y los ejecutivos. Y sobre los primeros un 72% tienen sospecha de que mienten a la ciudadanía, que hablan de forma falsa y exagerada.
Evidentemente, generalizar en cualquier circunstancia no es conveniente, pero los constantes escándalos de corrupción en los que se han visto involucrados políticos de diferentes partidos, sumado a la mala gestión que no disminuye problemáticas estructurales como la desigualdad e inequidad, ha contribuido a minar la confianza en los políticos y el ejercicio de la política.
No se ha asumido lo político como aquellas ideas y creencias que transversalizan nuestra vida, y que guían a diario todas nuestras decisiones, es decir, desde que nos levantamos y elegimos tomar café en vez de Coca-Cola, o comprar en un mercado campesino a una gran superficie comercial, por ejemplo.
Esto en parte por las prácticas politiqueras y los politiqueros -aquellas que se hacen de manera turbia, con mero interés particular y en detrimento al general-, que se han encargo de que la gente al hablar de política la asocie con corrupción, robo y abuso de poder.
Han hecho un gran daño los clanes, familias y politiqueros cuyo proyecto personal ha ido en detrimento de los intereses públicos, porque han alejado a la ciudadanía del interés de asumir de rol activo cómo ciudadanos, lo que implica asumir el control de defensa lo público, que es de todos y todas.
La ciudadanía ha optado entonces por asumir un rol de indiferencia, sintetizado en frases como:“no me interesa la política o todos son lo mismo”, otros lo asumen de una manera subsidiaria o de subvención (“¿qué me han de dar?”), y solo unos pocos asumen que la política está para canalizar nuestros conflictos y diferencias de manera pacífica, y que se eligen a los políticos para administrar los recursos públicos y no para que realicen favores o “milagritos”.
Hay entonces una gran tarea de parte de todos los actores sociales de Neiva, el Huila y Colombia para asumir el presente y futuro de manera decidida, especialmente para los políticos que asuman su actuar de manera coherente, ética y colectiva, para que sean cada vez más los ciudadanos que les importe el actuar de los y las concejales, las discusiones y decisiones sobre la ciudad que se toman en el Concejo municipal, sólo así, junto a la Alcaldía, podremos co-administrar por fin la ciudad.
Perfil: Comunicador social y periodista de la Universidad Surcolombiana.
Cláusula de conflicto de intereses: Jaime Andrés Navarrete Roa, actualmente tiene un contrato por prestación de servicios vigente con el Concejo de Neiva.
