Opinión | Por: Illia Collazos
Subir los precios del combustible es la única alternativa, por el momento, para el Gobierno de Petro ante el vacío fiscal de más de 10 billones trimestrales del fondo de estabilización.

No son tiempos fáciles para el consumidor final en Colombia, pero tampoco lo es para ninguno otro en el mundo. La inflación, que supera índices de varias décadas, tiene como origen varios ángulos y es consecuencia, por supuesto, de una demanda y poca oferta fruto de la crisis causada por el COVID-19. Sin embargo, no es el único factor: la guerra en Ucrania, aunque parezca lejana, ha golpeado duramente los precios globales de los insumos, llevando al precio del petróleo a alcanzar los 130 dólares el barril de Brent.
Estos precios ya se habían visto allá en el 2014 y el Gobierno de entonces, mantuvo los subsidios para no impactar el precio final de los combustibles. Pero hoy en día, el déficit de 40 billones anuales ha dejado al entrante Gobierno sin otra opción, más que actualizar dichos precios.
El precio igualará precios internacionales… pero no del todo
Hasta los 16 mil pesos colombianos subirá el galón de gasolina. Un precio que parece aberrante para muchos pero que es en promedio 4 dólares por galón, un monto todavía bajo en comparación con otros países Europeos, como en España, que el galón supera los 6 euros, es decir, casi 30 mil pesos por galón.
En otros países como en Argentina, subsidiada, el precio del galón supera los 3 dólares. En México supera los 4 dólares y en Chile llega casi a los 6 dólares. Colombia es el segundo país latinoamericano con el precio de la gasolina más bajo, después de Bolivia.
Con una suba planeada de alrededor de 400 y 250 pesos mensuales, el Gobierno apunta a hacer la suba gradual pero tratando de superar a largo plazo el déficit existente.
¿Podemos migrar a otras formas de movilizarnos?
Lo cierto es que la principal dificultad no es sólo la de asimilar los nuevos precios, sino también la solución a largo plazo, no sólo para el bolsillo sino también para el medio ambiente.
Países con los que solemos compararnos, como Holanda, tienen como objetivo energético ser el primer país 100% basado en carros eléctricos. Este objetivo, también presente en el Reino Unido y en otros países Europeos, está fundado en una alta subsidiación de la adquisición de vehículos de 0 emisiones.
Este tipo de medidas en países como el nuestro no son imposibles pero si costosas a nivel social, si evaluamos no sólo las prioridades de este Gobierno y las necesidades que afronta al país que van desde las más básicas, como mejor infraestructura especialmente en áreas rurales, acceso a la educación superior, el narcotráfico y el conflicto armado y la buscada paz total, así como combatir la endémica corrupción, entre muchos otros problemas sociales y políticos que, en definitiva, no afectan a estos países con los que solemos compararnos.
Pero esto no nos da una excusa, al menos no lo suficientemente válida, para no proponernos como ciudadanos a disminuir el uso de los vehículos particulares, a fin de cuentas, los grandes cambios comienzan desde la individualidad. Al menos, después de la suba de la gasolina usted tendrá otro incentivo más para usar la bicicleta o caminar, usar el transporte público o, en todo caso, compartir vehículos particulares.
Perfil: Illia Collazos es comunicadora Social de la Universidad de Buenos Aires, ex editora de la revista TKM Colombia. Actualmente se desempeña como especialista en posicionamiento orgánico de búsqueda (SEO), en la Isla de Malta.
Cláusula de conflicto de intereses: La autora no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico/profesional/personal de su perfil.