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Por: Jaime Navarrete

Hace poco obtuve mi título de pregrado de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Surcolombiana, luego de cinco años de experiencias, caminos, aprendizajes y sueños construidos al calor de las luchas colectivas e individuales que hoy dejo atrás, no sin antes permitirme reflexionar sobre esta bella etapa. 

La elección 

Vengo de una familia disfuncional, como una de las tantas que conforman la sociedad colombiana, con el liderazgo de una madre cabeza de hogar y desplazada en el marco del conflicto armado interno. Como familia pobre, además, nos enfrentamos a diversas y duras dificultades económicas, al punto de que mi madre cuando ya le planteé qué quería estudiar en la universidad, lo primero que me dijo fue que eso era muy costoso, imposible de pagar para nosotros. Mis ánimos bajaron, pero un acercamiento previo que había tenido con la USCO por medio de un proyecto, me había abierto el interés de hacer parte de ese mundo universitario.

Así que, incluso, antes de salir como bachiller, realicé los diversos procesos administrativos y le pedí a mi mamá que me apoyara con el famoso “pin”, que hoy ha incrementado considerablemente su valor. Ella algo incrédula cedió y no me preguntó por más hasta que le llegué con la noticia de que había pasado en el primer llamado y en segundo lugar a la carrera de Comunicación Social y Periodismo. 

Elegí esa carrera porque siempre me habían considerado con algunas habilidades comunicativas tanto orales como escritas, y en todo los temas de las ciencias sociales, porque me gustaba la política, pero no me veía como abogado, y Ciencia Política no la había escuchado mucho en ese entonces. Así que ingresé con toda la ilusión y las ganas a estudiar en la universidad pública, aunque mantenerme económicamente costó mucho esfuerzo, muchas veces, como dijo en las ágoras Francia Márquez, tuve que elegir entre comer o dejar lo del pasaje, como les toca a muchos, pero valió la pena, me destaqué y obtuve, por ejemplo, en mi primer semestre, la matrícula de honor. ¡Mamá se sentía orgullosa!

Globo Verde

En el colegio fui muy inquieto. Siempre me preocupé por asuntos más allá del aula. Junto a varios compañeros luchamos por el bienestar y las mejoras en la institución; así que cuando llegué a la Surcolombiana, me pregunté: Bueno, y ¿acá qué más me voy a poner a hacer aparte de estudiar? Yo ya reconocía que estudiar era un privilegio, incluso para gente con mis condiciones, puesto que más de un 60% de mis compañeros de curso no pudieron ingresar a la universidad y vieron sus sueños truncados, sobre todo por falta de condiciones materiales, económicas y oportunidades educativas. 

Fue así como un día en una clase en el 426 del bloque de Educación, pedí permiso a la profe y lancé la idea a todos los y las compañeras de crear un colectivo ambiental en la USCO. La idea sonó bien y muchos se subieron a ese bus animosamente. 

Así fue surgiendo el Colectivo Ambiental Globo Verde -próximamente Corporación- que comenzamos a forjar con mucha creatividad y entusiasmo, inicialmente estudiantes de Comunicación, pero luego estudiantes de otras carreras que fueron aportando desde sus campos a este sueño colectivo. Desde allí hemos realizado distintas actividades enfocadas en la defensa del territorio, como el Humedal El Chaparro, la educación ambiental, los ciclopaseos y la incidencia política, la construcción comunitaria de la Agenda Ambiental para el municipio de Neiva. 

El movimiento estudiantil Surcolombiano

Yo había tenido algunos acercamientos con la Coordinadora Departamental de Estudiantes Secundaristas, CODES, por aquello de haber sido representante estudiantil ante el Consejo Directivo y contralor en la institución educativa. Allí, aunque no me sumergí por completo, sí logré hacer algunas amistades, conocer procesos juveniles y también sobre la imperante necesidad de apostar por la paz con justicia social. Era el momento del proceso y Acuerdo de Paz, al que como juventudes apoyamos y sobre el que pedagogizamos en diversos espacios y con variopintas formas. 

Así que cuando llegué a la U e inicié con lo del colectivo ambiental, inmediatamente me reconocieron y me fueron invitando, y fui llegando a diversos espacios de discusión y planeación del movimiento estudiantil. Esta fue sin duda una de mis mejores decisiones, pues con el movimiento abrí mis perspectivas, viajé y conocí otras realidades, personas en otros territorios luchando por un sueño común, aprendí de los sinsabores y sazones de la política, además de que luchamos y avanzamos un poquititico -como dice Súper O-, porque la lucha total debe ser un sistema educativo totalmente público, gratuito, universal y de calidad, inclusivo y antipatriarcal como ejes transversales del quehacer investigativo, social y académico. 

En últimas, reformar la malsana Ley 30, y los mismos currículos educativos que se piensen una educación más allá de las aulas, para los territorios, y más allá de los tecnicismos para la reconstrucción de los tejidos sociales fragmentados por tantos años de guerra y abandono estatal. 

Aprendí y desaprendí junto a unos personajes muy pilos y pilas, con quienes nos reunimos en las noches, los domingos, los festivos, en los almuerzos…a re-pensarnos cómo hacerle frente a la crisis institucional generada por los escándalos de clientelismo y corrupción que salpicaron la U, así mismo al déficit presupuestal histórico de las universidades que oscila en más de 14 billones en su momento, a la falta de formación y apropiación que le faltaba a un sector importante del estudiantado. En definitiva, me cruzaron todos estos procesos, y creo, sin querer sonar egocentrista, que desde mis experiencias yo los crucé. 

El periodismo

También busqué aprovechar todos los espacios que brindaba el programa y la universidad, que aunque algunas veces algunos no son los más accesibles, les recomiendo insistir y llevar propuestas claras. De este modo escribí opinión y algunos reportajes, sobre todo del movimiento social en el periódico universitario SuRegión y manejé un programa radial llamado De Buen Ambiente en Radio Universidad Surcolombiana. Junto a esto, también escribí en medios alternativos locales como ComunicaSur y en La Gaitana Periodismo Independiente, donde como se darán cuenta, continúo escribiendo. 

Todo esto me permitió aprender en el hacer, reafirmando que esa es la mejor forma de aprender, cuando uno se unta, intenta, falla, vuelva y prueba. Cuando uno sale a la calle y se choca con la realidad o cuando se viene de allá y las pone en evidencia. Estas apuestas las alimentan aún algunos docentes en la USCO, que por cierto hay que valorar mucho antes de que cierren allí su ciclo. 

Se hace camino al andar

Esa es la invitación final: andar, caminar, recorrer y allí ir haciendo camino, muchas veces inconscientemente o desde esas pasiones y curiosidades, pero por algo habrá que comenzar.

Con todas las dificultades del mundo: robos, problemas familiares, dificultades económicas sumamente fuertes, desazones emocionales por traumas y problemas internos. Con todo esto logré graduarme el pasado 29 de abril de Comunicador Social y Periodista de la gloriosa Universidad Surcolombiana, y sé que ustedes también podrán ahí y en otras universidades o institutos. 

Aunque la mamá dude, aunque no haya plata, aunque los ánimos no estén altos, hay que intentar, porque en ese riesgo que se corre aparecen, como en un videojuego, ayudas que motivan a continuar y vienen en forma de amigos, procesos o docentes, que se convierten en los bálsamos que contribuyen a que llegue a buen puerto una barca llena de sueños y heridas, pero viva sobre todo, una barca viva deseante de caminar e ir sembrando. 

No malinterpreten esto como una romantización de la pobreza, al contrario aborrezco cualquier persona que lo haga, sobre todo cuando hablan desde sus privilegios, solo tómenlo como un fiel ejemplo de un pelao que demostró que la vida es una lucha que se puede dar con dignidad.


Jaime Navarrete es comunicador social y periodista (Univ. Surcolombiana). Activista en defensa del ambiente y el territorio. Exrepresentante estudiantil ante el Consejo Superior Estudiantil de la universidad Surcolombiana 2019-2020.  Cofundador del colectivo ambiental Globo Verde y miembro del semillero de investigación Reexistencias de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas. 

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