
Por: Luciana Avendaño
Las revueltas del 28 de junio de 1969, en el bar gay estadounidense Stonewall Inn en Greenwich Village, marcaron un hito en la defensa de los derechos de la población LGBTIQ+ alrededor del mundo. Sin embargo, la lucha continúa; aún hay 72 países que penalizan a la conducta homosexual/disidente del binarismo de género y en 5 de ellos, se aplica la pena de muerte.
El mes del orgullo LGBTIQ+ se ha celebrado por más de 50 años y este 2022, no es la excepción; el 28 de junio será la fecha especial para conmemorar a quienes han dado su vida, reivindicando su derecho a existir y por construir sociedades basadas en el respeto a la otredad en su diferencia.
Todo esto, gracias a la resistencia vivida en Stonewall Inn, el cual albergaba a mujeres trans, negras, lesbianas y hombres gays afeminados, que no se doblegaron ante la brutalidad policial por más de 5 días y del que surgirían figuras tan importantes a nivel internacional como las de Sylvia Rivera y Marsha P. Johnson; desde entonces, la historia del activismo político LGBTIQ+ tiene un antes y después de una mujer negra, trans y con VIH en una época en que si bien, la revolución sexual y la lucha por los derechos de la población negra, estaban en auge; el poseer una orientación sexual o identidad de género diversa, implicaba un riesgo mortal.
“Yo fui encarcelada, violada y golpeada, ¡muchas veces! Perdí mi trabajo y mi apartamento por la liberación gay. Yo no creo en una revolución, ustedes lo hacen. Yo creo en el poder gay”, mencionaba Sylvia Rivera durante su discurso en la marcha del orgullo de 1973 en Estados Unidos.
Tristemente, este panorama aún no ha cambiado. Pues, a pesar de que en estas 5 décadas el legado de activistas políticos como León Zuleta y Manuel Velandia, fundadores del primer Movimiento de liberación homosexual en Colombia, sigue vigente y se han ganado muchos derechos, tales como el matrimonio igualitario; la adopción a parejas del mismo sexo; el acceso a la interrupción voluntaria del embarazo (IVE) para personas trans, lesbianas y bisexuales; atención en salud para llevar a cabo procesos seguros de hormonización y tránsito; participación política y cambios de identidad jurídica, entre otros, la violencia continúa. Al menos aquí.
Según, los informes ‘Más que cifras’ y ‘Así van las cosas’ de Colombia Diversa, alrededor de 448 lesbianas, gays, bisexuales y trans fueron víctimas de actos violentos entre el 2019 y el 2020 en nuestro país. Y durante las primeras 21 semanas del 2022, han habido 10 transfeminicidios y asesinado sistemáticamente a 6 hombres gays en Medellín.
Estas, son cifras alarmantes, porque atentan contra nuestra humanidad, en especial sobre los cuerpos, los derechos sexuales y reproductivos; nos impide tener privacidad e intimidad; nos priva de expresar públicamente nuestros afectos e identidades de género, así como el poder conformar la familia que se desea; nos expone a la violencia y discriminación; evita que llevemos una vida sexual libre, segura y placentera; nos niega el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, a la hora de acceder a la IVE y/o métodos anticonceptivos sin coacción, incluso, una atención de calidad en el sistema médico, para obtener información clara sobre el cuerpo, la salud sexual y reproductiva.
Por tanto, más allá de sentir orgullo por nuestra existencia, este mes también se trata de reflexionar y ejercer la autocrítica sobre nuestros privilegios, disminuyendo los niveles de endodiscriminación, organizándonos y tomándonos los escenarios de poder para unirnos y hacer de nuestros cuerpos, feminizados y violentados históricamente en un país que ha sufrido el conflicto armado, ese territorio de lucha y en disputa política que busca recuperar su identidad, su poder y sus lugares de enunciación, arrebatados por un cis-tema patriarcal, imperialista, racista y LGBTI-fóbico que debe cambiar.
Finalmente, sólo así, empezaremos a vivir en dignidad, porque nunca hemos sido minoría, sino, mayorías sociales históricamente minorizadas y excluidas.
Cláusula de conflicto de intereses: Conforme a lo estipulado la señorita Luciana Gorrón Avendaño, no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico/profesional/personal de su perfil.
Perfil: Luciana Avendaño: Estudiante de último semestre del programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Surcolombiana. Integrante de la Red Huilense de Defensa y Acompañamiento en Derechos Sexuales y Reproductivos (RHUDA). Activista y defensora de los derechos de la población LGBTIQ+