Opinión | Por: Jaime Andrés Navarrete Roa
A propósito del Mes del Orgullo LGBTIQ+, es necesario plantear varios asuntos respecto a los discursos hegemónicos frente a la construcción de representaciones y el reconocimiento de las identidades y orientaciones sexuales no heteronormativas, teniendo cómo marco la heterosexualidad obligatoria.

La diversidad sexual siempre ha existido, desde las culturas Chinas, Griegas, Mayas, etc., el odio por lo diferente se viene consolidando con la religión judeo-cristiana qué se fue expandiendo en la Edad Media en Europa, y luego con el Imperialismo y el Colonialismo en todo el mundo, esto implicó el sometimiento de culturas valoradas cómo “incivilizadas, bárbaras e inferiores”, bajo el ojo Europeo.
Lo “raro, anormal, diferente” fue castigado severamente de forma física, jurídica y discursiva por todas las instituciones Feudales, Coloniales y luego Estatales, qué a través de unas “jerarquías morales” en torno a la sexualidad y el sexo, se relaciono lo normal con heterosexual, con lo bueno, sagrado y natural, cuyas características se han mantenido en la monogomia, el matrimonio, la unión entre dos personas y entre una misma generación, con un fin procreador que prioriza solo los cuerpos, nada de juguetes, generalmente en privado y suave o “vainilla”.
Por otro lado, lo anormal se asoció a la homosexualidad, lo malo, maldito y antinatural. Sus características fueron la promiscuidad, se relaciona con prácticas en solitario o en grupos, sadomasoquistas, esporádicas, con un fin no procreador, fuera del matrimonio e intergeneracional. Así mismo, donde se utilizan objetos y pornografía.
A partir de esto, se construyeron discursos que discurrían en una frontera entre lo bueno y lo malo, donde los sujetos comienzan a ser reconocidos-producidos cómo respetables o no, de acuerdo al tipo de prácticas que realizan. Esta representación que se crea através de los discursos cumple un papel clave en la creación de significados compartidos respecto a las personas homosexuales, que a su vez influye en la continuidad de prejuicios y estigmas sobre parejas del mismo sexo, y legitima acciones homotransfobicas sostenidas en la idea de la heteronormatividad.
Si bien, los medios de comunicación han abierto campo a representaciones de otros tipos de orientaciones e identidades sexuales, aún persiste la caricaturización, sátira y “aceptación sesgada o preferente”. Aceptación sesgada o preferente, porque en esta, la vara para ser socialmente aceptado es qué las parejas del mismo sexo sean monógamas, casadas, paguen impuestos, consuman, sean atractivas físicamente, profesionales y “serias” o “discretas”; con lo cual se deja por fuera a todo un universos de personas con orientaciones diversas que son racializadas, pobres, viven en la ruralidad, migrantes, no estudian, son “pluma”, gordos, entre otros “defectos” que ponen en jaque la heteronormatividad y por ende no encajan en la “aceptación social” moderna-occidental.
En definitiva, me reconocen si soy bueno y honró las buenas costumbres e instituciones tradicionales cómo el matrimonio, de lo contrario mi lugar en la sociedad siempre será cuestionado. Esto nos obliga a las personas sexualmente diversas a “ser mejores para ser iguales” en derechos. ¡Qué barbaridad!
Nos encontramos entonces, en una disyuntiva compleja, donde si bien los medios de comunicación y los discursos políticamente correctos, tienden cada vez más al reconocimiento de las diversidades, mantienen aún cómo marcos normativos la heterosexualidad y sus características que deben ser acopladas e imitadas por esas otras parejas: lesbianas, gays, trans, poliamorosas, etc. , para que sus actos mínimamente se “toleren” al ser “ciudadanos de bien o normales”, ahí la cuestión es, ¿para ser reconocidos socialmente debemos aceptar la heterosexualidad obligatoria? ¡Horror!.
Perfil: Comunicador social y periodista, Universidad Surcolombiana. Cofundador Colectivo Globo Verde.
Cláusula de conflicto de intereses: Jaime Andrés Navarrete Roa, actualmente tiene un contrato por prestación de servicios vigentes con el Concejo de Neiva y ha hecho campaña abiertamente en favor del Pacto Histórico y del presidente electo, Gustavo Petro y su fórmula, Francia Marquez.