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Opinión | Por: Pedro Pablo Tinjacá
No es raro en épocas de celebraciones de las llamadas fiestas patrias, que algunos jóvenes y aún adultos jóvenes, respondan que lo que hoy se celebra es el cumpleaños de un barrio de Neiva. Igual que el 12 de octubre, el 20 de julio y muchos otros más.
A eso ha pasado la conmemoración de la batalla de Boyacá, en que el ejercito libertador de Simón Bolívar, derrotó de manera definitiva a los invasores españoles, dando nacimiento a la Gran Colombia. Hoy es difícil decir ante la realidad de la historia, que se logró la independencia y el pueblo pasó a mandar, pues en realidad quienes comenzaron a gobernar fueros los criollos que conformaban una clase dominante, propietaria de tierras, comercios, animales y esclavos y mantenían además control y subyugación sobre campesinos pobres, indígenas y artesanos.
Quisa el verdadero fondo de las siguientes guerras internas, bautizadas como luchas entre centralistas y federalistas, eran una lucha de los de abajo contra los de arriba. Si estudiamos y profundizamos las ideologías de patriotas como Antonio Nariño y el mismo Simón Bolívar, encontramos características propias de esa ideología popular, mientras las de Camilo Torres y otros ilustres payaneses caracterizados esclavistas y el mismo Francisco de Paula Santander, reflejaban las ideas de mantener el establecimiento, los altos impuestos y la explotación. Estos herederos de Berbeo y aquellos de José Antonio Galán, Antonia Santos y todos sus comuneros.
Esas guerras siguientes donde siempre ganaron los más poderosos, solo se vio interrumpida por el triunfo de el General José María Melo y sus sociedades democráticas que el 17 de abril de 1854 derroca el presidente institucional y crea un gobierno popular.
En Bogotá se había creado la Junta Central democrática que quería asumir la coordinación de todas las Sociedades Democráticas del país, presidida por el antioqueño Francisco Antonio Obregón y con participación del doctor Lorenzo María Lleras, el joven Lisandro cuenca, el general José María Melo y los artesanos, luego mártires, Camilo Rodríguez y el zapatero José Vega y el herrero Miguel León.
Esta junta apoyo militarmente el golpe de Melo del 17 de abril de 1854. La importancia de este hecho es que a solo treinta años de sellada la independencia de España y a 70 de la revolución del pueblo comunero, una clase social distinta a la burguesía asumía la dirección política del estado. Esa es la trascendencia y significación social del golpe melista. Que el artesanado conformara una disparidad de matices políticos y su conocimiento de la estructura de clase del régimen burgués fuera insuficiente, como para romper definitivamente las cadenas de la esclavitud, son planteamientos que no caben si intentamos su ubicación en tiempo, no solo cronológico, sino político y cultural. Nada más pudieron los artesanos sino tomarse el poder un día y defenderlo durante ocho meses, hasta morir o salir al destierro; pero una acción política de semejantes alcances no había vuelto a repetirse en nuestra historia, hasta el triunfo ahora del Pacto histórico.
Quizá será que ahora este 7 de agosto si pase a la historia como el del inicio del verdadero gobierno popular, recogiendo las banderas de los mártires comuneros, patriotas, de las sociedades democráticas y todos aquellos luchadores por la libertad que desde varios grupos insurgentes han regado de sangre nuestra historia.
Es nuestra responsabilidad honrar nuestros muertos, pero sobre todo sus ideas y ayudar a sostener este triunfo porque los herederos de los invasores, de los esclavistas, de los explotadores, también están ahí y se resisten a compartir con el pueblo.
Pero volviendo a nuestro título sobre la enseñanza de la historia, es lamentable que durante décadas no se enseñara en nuestras aulas, como política oficial, solo algunos la mantuvieron convencidos de su importancia. La exigencia de los organismos internacionales usureros prestamistas, la sacó de los pensum oficiales, pues saben que quien conoce la historia no la quiere repetir, como no lo han hecho el Colombia una y otra vez, saben que es mejor mantenernos en la ignorancia.
A la luz de los grandes cambios generados por el proceso de paz y negociación con la FARC, se aprobó su nueva inclusión, para ello se creó una Comisión Asesora del ministerio de educación que presentará una propuesta para la actualización de los lineamientos curriculares de ciencias sociales.
El V congreso departamental de historia del Huila y IV simposio de historia del sur colombiano, asumió el reto de abordar el tema y lo incluyo en una de sus mesas temáticas en noviembre de 2021 bajo el título: “ Problemática de la enseñanza de la historia en las instituciones educativas de básica primaria, básica secundaria, media y educación superior en el país en el marco de la globalización y la generalización de los medios de comunicación”, logrando la asistencia y presentación de una ponencia por parte de una de las profesionales que conformaron la referida Comisión asesora del ministerio y que el pasado 29 de julio entrego en audiencia pública las conclusiones bajo el título. “La enseñanza de la historia en Colombia. Ajustes posibles y urgentes para la consolidación de una ciudadanía activa democrática y en paz”. Reto importante para el nuevo gobierno, para el nuevo ministro de educación y propuesta que invitó a estudiar con detenimiento.
Perfil: Médico cirujano, con diversos estudios de posgrado en áreas de la salud, experiencia docente en Universidad de Neiva y Bogotá, y presidente de la Academia Huilense de Historia.
Cláusula de conflicto de intereses: Pedro Pablo Tinjacá no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico/profesional/personal de su perfil.
