0 0
Read Time:4 Minute, 37 Second

Un refugio desconocido en el corazón de la capital

Sobre la avenida 26° de la capital de la República, frente a la estación “Centro Memoria” del servicio de Transmilenio, hay un pulmón verde escondido del paseante común y desprevenido. Por encima de sus muros se levantan pinos cipreses soberbios que se entretejen con la hiedra que sube por los muros del lugar, acompañados de un árbol de caucho, un “siete cueros” y un par de brevos, curubos y cerezos. Una breve placa identifica uno de los sitios más tranquilos y bucólicos de Bogotá: el Cementerio Alemán, un lugar con más de un siglo de tradición que reúne buena parte de esa esquiva historia de migración que arribó al país durante el siglo XX.

Aunque la difícil topografía del territorio y las guerras intestinas que desangraron a la nación en la segunda mitad del siglo XIX no permitieron que las tasas de inmigración de Colombia se equipararan a las de toda la región, lo cierto es que sí se asentaron comunidades extranjeras en el territorio nacional. Entre ellas destacaría la comunidad alemana, que progresivamente incursionaría de manera destacada en el comercio, y más adelante en la incipiente industria aérea y las cervecerías, siendo su máximo representante don Leo Sigfried Koop, fundador de la reconocida Bavaria; en ese entonces, la Koop’s Deustche Braurie Bavaria. 

Koop, junto a otros destacados miembros de la comunidad alemana en Bogotá como Anton Krauss (quien llegaría a ser cónsul honorario del Imperio Austrohúngaro en el país) y Christian Bauer (fundador de la cadena de joyerías que aún lleva su nombre), lideraron una transformación social progresiva de su pequeña colonia en el país. Su interés llegó hasta el hecho de promover iniciativas como la construcción de Colegio Alemán en 1912, así como la adquisición de un predio que sirviera para reposo final de sus compatriotas en Bogotá, en su mayoría no profesaban la fe católica y buscaban una última morada conforme sus ritos y creencias. Por ello protocolizaron en 1914 la compra del antiguo camposanto presbiteriano, ubicado a 200 metros hacia el occidente de la Necrópolis Central de Bogotá, el cual se convertiría formalmente en el Cementerio Alemán (Deutscher Friedhofsverein).

Un refugio verde y solemne en el corazón de la gran ciudad. Fotografía: Diego Achuri.

Un sendero lineal divide el cementerio, donde la piedra es el elemento preponderante. En el muro más lejano del portón destaca un monumento conmemorativo a los pilotos de la aerolínea colombiana SCADTA, precursora de la actual Avianca.  Entre ellos, reposan los aviadores que perecieron en el siniestro aéreo de Medellín en el que también moriría el cantautor de tango Carlitos Gardel. 

Los altos pinos evitan que los rascacielos de la zona puedan apreciarse. Hay momentos en que se olvida que, quienquiera que por allí deambule, está en el corazón de Bogotá.  Entre la muerte y el silencio, ajeno al frenesí mundano.

Apellidos como Bauer, Ungar, Krauss, Stiefken, Brunner, Von Manner y demás se mezclan con locales como Osuna, Restrepo o Castaño, hecho que habla de esa integración tan natural tras el asentamiento definitivo y el surgimiento de familias colombo-germanas. 

Entre sus más destacados huéspedes podríamos mencionar al ingeniero y geólogo Herman Hoeck, a quien el Presidente Eduardo Santos le otorgó la nacionalidad en 1939 después de que los nazis le quitaran la suya por sus críticas al régimen de Hittler; o al gran artista Oscar Binder, cuyas manos crearon entre otras maravillas el órgano de la Sala de conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá, o a la familia Ungar, libreros de vocación quienes además de legarnos la Librería Central fueron promotores de la cultura a mediados del siglo pasado. Al igual que ellos,  Karl Buchholz, fundador de la famosa revista ECO, descansa a escasos pasos del  coronel Herbert Boy, quien, además de ser uno de los fundadores de SCADTA, fue precursor de la Fuerza Aérea en Colombia tras el conflicto con el Perú en la década de los 30’s. Otros habitantes ilustres del camposanto son personas que a las nuevas generaciones les pueden ser más familiares como la familia Hommes, padres del exministro de Hacienda y exrector de la Universidad de los Andes, o los Mockus Sivickas,  refugiados lituanos y padres del excandidato presidencial Antanas Mockus.

El Cementerio Alemán es un recinto privado que como muchos otros lugares de memoria a lo largo y ancho del mundo lucha por su continuidad, puesto que la idea de las comunidades de inmigrantes que se acompañan desde su llegada hasta su muerte parece cada vez más algo de otro mundo, y ello impacta en sus ingresos y por ende también en su mantenimiento. Sin embargo, hoy sus directivos y equipo humano continúan conservando este santuario, testimonio de la hermandad de los pueblos alemán y colombiano. Ahora bien, el Estado nacional tiene por delante impulsar una política pública de memoria que también incluya las memorias colectivas de quienes por diferentes azares hicieron de nuestro país su segundo hogar y nos legaron invaluables aportes en el campo de las ciencias, las artes o las letras. Una política pública de este talante garantizaría la perpetuidad de recintos verdaderamente mágicos como el Cementerio Alemán.

"Descansa aquí en Dios" - Lápida del Cementerio.
«Descansa aquí en Dios» – Lápida del Cementerio. Foto: Diego Achuri.

Sinceros agradecimientos por la calidez a la dirección del Camposanto, que aportó información y permitió el acceso al lugar, cuestiones fundamentales para este breve artículo. También reseñamos el aporte de la Guía Metropolitana de Cementerios de Bogotá que nos sirvió de insumo para este trabajo.

About Post Author

Luis Fernando Pacheco G.

Abogado, periodista y Profesor Universitario. Especialista en Desarrollo Personal y Familiar. Máster en Periodismo de la Universidad de Barcelona en doble titulación con la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia. Cursó estudios en Relaciones Internacionales en Argentina. Ha sido docente, asesor e investigador en temas como paz, derechos humanos, educación superior, verdad y memoria. Primer Jefe del Programa de Ciencia Política de la Universidad Surcolombiana. Jefe de la Oficina de Paz y Derechos Humanos de Neiva (2017-2019) y Líder de Investigación de la Comisión de la Verdad en el Huila (2019-2021). Escribe sobre América Latina, relaciones internacionales, política, religión, paz, medios de comunicación y poder. Cofundador de La Gaitana Periodismo Independiente.
Happy
Happy
0 %
Sad
Sad
0 %
Excited
Excited
0 %
Sleepy
Sleepy
0 %
Angry
Angry
0 %
Surprise
Surprise
0 %

Average Rating

5 Star
0%
4 Star
0%
3 Star
0%
2 Star
0%
1 Star
0%

Deja un comentario